Entrevista al Dr. Javier García de la Peña. I

 Karen Valle Villagómez
Bertha Lucila Velázquez Camacho
noviembre, 2017 

Conocer la historia de un académico nos permite entrar en dos mundos distintos. En primer lugar a su vida profesional donde nos percatamos de los cambios significativos de la misma labor que practicamos y en segundo lugar, una vida personal que se construye con el pasar de los años.

El Doctor Javier García de la Peña es un profesor jubilado de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM que labora hace ya más de 50 años, la Universidad ha sido su segundo hogar donde sus valores se entremezclan con vivencias y enseñanzas de una vida familiar. Dan la hora de la cita acordada y miro caminar con seguridad e ímpetu al Doctor, quien saluda cordialmente y con una mirada apacible se sienta a mi lado para comenzar la charla, donde el tiempo nos parece breve sin saber qué lecciones y aprendizajes nos llevaremos uno del otro.

Karen: Buenos días Doctor García, mi nombre es Karen Valle actualmente estudio la carrera de Ciencias de la Comunicación y en esta ocasión, representando a la Revista Digital Expresiones Veterinaria, tengo el placer de encontrarme con usted para charlar un poco. Me gustaría iniciar preguntándole, ¿Cómo ha sido su formación académica a partir de su elección de la carrera?

Dr. García: ¡Muy buen día señorita! [Contesta con particular alegría, suspira y frota sus manos] Iniciemos con un antecedente, desde que yo iba a la secundaria a mí me atrajo muchísimo la biología, tuve un maestro extraordinario y sus explicaciones eran fantásticas. En tercero de secundaria llevábamos una materia optativa, entonces yo lleve biología aunque ya había cursado en primero y segundo año. Después fui a la Escuela Nacional Preparatoria, que por aquellos años era una sola escuela para cursar la preparatoria, era la número uno, ubicada en San Ildefonso lo que es actualmente el Colegio de San Ildefonso.

Yo me inscribo a nivel bachillerato con especialización en ciencias biológicas, ¿para qué? Para estudiar medicina.

 Mi idea era ser médico pero como en la casa de usted había muy poco recursos, cuando acabe la preparatoria fui a ver a unos muchachos que vivían a la vuelta de la casa, y uno de ellos estaban terminando la carrera de  medicina, yo iba a pedirle prestados los libros, ¿por qué? Porque no tenía recursos para comprar los libros, para mi eran carisísimos. En esa plática con el muchacho que me prestaría los libros, llego un amigo, Reinaldo Deler, que estaba estudiando Medicina Veterinaria y me dijo: – ¿cómo que vas a estudiar medicina, por qué no estudias medicina en animales?–, ¿y sabe qué? Eso me sonó muy bonito. En ese momento yo no tenía la menor idea sobre la medicina veterinaria. Yo dije: –si quiero estudiar medicina y la mayoría de la gente se dedica a curar gente, ¿yo por qué no voy a curar animales?–. Entonces le dije sí, él me dijo: –No te preocupes, yo te presto los libros y no te los presto, te los regalo, además te doy trabajo. Tengo aquí un criadero pequeño de conejos, si tú me lo cuidas, vienes todos los días a limpiarles, a darles de comer; yo te pago–.

Para mí fue como si se me abrieran las puertas del cielo, ¿por qué? Porque empecé, teniendo los libros y a ganar un poco de dinero, cosas que no había hecho hasta ese momento, no había ganado ni un centavo durante la preparatoria, entonces así empecé a estudiar medicina veterinaria e inclusive; este muchacho me llevó a la universidad, me inscribió y me pago la colegiatura. Yo entre a la Escuela de Medicina Veterinaria, en ese entonces, por un estudiante, en ese momento él estaba en cuarto año y yo ingrese en 1953.

Karen: Hablamos de 1953 y como usted menciona, la mayoría de la gente se dedicaba a cuidar y curar gente, en ese entonces ¿qué se entendía por medicina veterinaria?

Dr. García: Pues mire, en aquella época la gente creía, y yo creo que sigue creyendo, que el Médico Veterinario se dedica únicamente a tratar perros y gatos, déjeme darle un dato curioso. Años después mi mamá me contó que cuando yo elegí estudiar Medicina Veterinaria y les dije a mis papas que iría a la Escuela de Medicina Veterinaria para estudiar medicina y curar animales, mi papá se puso muy triste, porque le dijo a mi mamá: –Y ahora que va a ser de este muchacho, imagínate ¡veterinario! está en un campo de trabajo de este tamaño [señala con sus manos una cantidad reducida] perritos y gatos, vacunas contra la rabia, ¿qué va a ser? En cambio sí estudiara medicina imagínate su consultorio…– Toda esa parafernalia alrededor de un médico cirujano.

Años después mi papá estaba orgullosísimo de mí por ser Médico Veterinario, porque ya sabía lo que era ser un Médico Veterinario y conocía la gama enorme de posibilidades que esta carrera te deja.  [Sonríe con gran satisfacción]

Karen: De acuerdo a su experiencia en la Escuela de Medicina Veterinaria, ¿alguna anécdota qué recuerde con particularidad?

Dr. García: Podría decirle miles, pero en particular recuerdo que nosotros éramos un grupo reducido de alumnos, la población total de la escuela no rebasaba los 120 alumnos, de primero a quinto año y solo había un grupo por año. Éramos la única Escuela en Medicina Veterinaria en el país, entonces la realidad era que se recibía a estudiantes de toda la República. Yo tuve compañeros de diferentes partes, la mayoría era estudiantes que venían del Centro, de Querétaro, de Guanajuato, de Jalisco, algunos del Norte y también tuve compañeros extranjeros;  un hondureño, un panameño, dos venezolanos en total tuve cuatro compañeros extranjeros en Medicina Veterinaria que venían a estudiar a una escuela de prestigio.  ¿Qué le puedo contar? Teníamos profesores excelentes [Sonríe con la mirada a un punto fijo en la pared]

Karen: Recordando a sus profesores ¿alguno que recuerde con mucho cariño?

Dr. García: Le puedo decir que todos mis maestros fueron excelentes, de todos tengo un gratísimo recuerdo pero específicamente el Doctor Daniel Mercado García, fue una enorme guía. Siendo estudiantes de cuarto año, exploramos vacas en un establo donde él y el Doctor Navarro nos enseñaban individualmente. [Sonrisa discreta]

Recuerdo que el Día del Maestro les llevábamos serenata a todos nuestros maestros, en aquella época teníamos al Doctor Salomón Moleres que nos daba Bioquímica y Fisicoquímica, después nos daba nutrición pero en primero nos daba bioquímica y fisicoquímica. Cuando llegamos a su casa, él ya sabía que nosotros íbamos a llevarle serenata, quien sabe quién le dijo y cuando llegamos nos tenía un garrafón de este tamaño [simula con las manos una medida grande], era una cuba y nos dijo: –No se van hasta que todos se la terminen–. Ya se imagina como nos pusimos. Esos eran nuestros maestros, yo siento que era una hermandad, nos trataban de maravilla porque además éramos muy pocos, mi grupo era de 37 estudiantes.

Otra cosa importante, es que nosotros somos la generación del centenario, nosotros entramos en 1953 y ese año, la facultad cumplió 100 años de haber sido fundada. Se fundó en 1853 y por eso, nosotros fuimos la generación del centenario. Hicimos el monumento que usted puede ver, está entre el edificio de posgrado y el edificio donde está la dirección. Hay un monumento, ahí véalo de un lado estan todos los que fueron nuestros maestros y del otro lado estamos todos nosotros, los estudiantes de esa generación 53-57.

Karen: En su experiencia con los profesores, ¿existieron algunas dificultades o algún detonante que limitara la oportunidad de aprendizaje a nivel institución?

Dr. García: Usted debe de saber de las huelgas que se han vivido en la escuela, al pertenecer al grupo de escuelas universitarias no se está exento de esos problemas, entonces si había huelgas, había cohetes, si había estudiantes revoltosos como en todas la escuelas y facultades de ese entonces y que a través de los años ha sido la misma historia, sin embargo, deje decirle que esta escuela siempre ha sido muy tranquila, esta comunidad no se mete en problemas. Si se da cuenta es una comunidad que se dedica más al estudio que andar en problemas políticos, no quiere decir con esto que no lo haya, no quiero decir que no haya gente que traiga drogas, ¡no los he visto! pero tampoco puedo decir que no. En aquella época, problemas graves no, afortunadamente no fue con mucha frecuencia, no tuvimos huelgas muy largas, solo fueron dos o tres semanas.

Tenemos una escuela relativamente vieja, porque proviene desde San Jacinto, no sé si la conoce pero yo entre a San Jacinto, estuvimos ahí 53 y 54 y después venimos a Ciudad Universitaria. Yo estrene la Escuela de Medicina Veterinaria, no está, porque ésta fue mucho después, era el edificio que actualmente tiene Química, el anexo de Ciencias Químicas.

Karen: ¿Durante su profesionalización, tuvo alguna especialización?

Dr. García: Bueno, en realidad en ese tiempo no existían especialidades, decíamos que éramos especialistas en generalidades porque nos dedicábamos a todo [se ríe]. En la carrera se nos impartían todas las clínicas de las especies domésticas, es decir, clínica de bovinos, de porcinos, de pequeñas especies, de aves. Entonces usted salía con una formación muy general y al salir de la carrera al mundo laboral siendo médico veterinario podía usted irse a esta especie, la otra o la de más allá porque no existía la especialización que tenemos ahora donde ya hay compañeros que se dedican exclusivamente a ver a una especie y de esa especie una especialidad, por ejemplo: en bovino nutrición, en bovinos reproducción, en bovinos inseminación artificial. En aves alimentación, manejo o prevención de enfermedades.  Ya hay una gama impresionante, como en el caso de la medicina humana, se puede dedicar al riñón y punto, no hace otra cosa más que riñón o gastroenterólogo, otorrino, ya son especialidades concretas muy bien formadas, o sea nosotros estudiamos medicina general.

Karen: Al momento de concluir la carrera, ¿usted a dónde se va?

Dr. García: Bueno al terminar yo tenía la ilusión de trabajar con bovinos, porque además el Dr. Mercado fue maravilloso conmigo y me recomendó con el seguro ganadero, todavía no me recibía pero me mandaron a trabajar en bovinos a Tulancingo. Llegué a Tulancingo a trabajar en ganado bovino que era lo que yo quería y entonces el maestro Mercado me dijo: –Ahí hay una oportunidad–.

Previo a esto, me había mandado el maestro Mercado con la Organización Panamericana de la Salud para que me becaran e irme a Brasil a estudiar enfermedades vesiculares pero ¿sabe qué?, lo que me daban de la beca era tan poquito que no me alcanzaba para nada y mis padres no tenía para solventar ese gasto. Entonces yo le dije al maestro, no me puedo ir. Él me dijo –mira  no te preocupes, aquí hay este trabajo vete a ver a esta gente-– y me fui a ver ese trabajo, así llegue a Tulancingo a trabajar en vacas.

Esto fue en 1957 y me regresé de allí en el 58 porque me recibía el 19 de febrero de 1958. Déjeme decirle otra cosa, mis maestros han sido geniales conmigo; no uno, sino todos. Tenía un maestro, el Doctor Ernesto Delnaira del Campos que era el encargado de la Clínica de Pequeñas Especies en la Facultad y yo era su ayudante, pero al mismo tiempo el Dr. Delnaira era el médico veterinario de la Plaza de Toros México. Entonces, además de ayudarlo en la clínica empecé a ir con él los fines de semana a la plaza y me empecé a enterar del trabajo que hacía un veterinario en la Plaza de Toros. Esto sucedió cuando yo iba en cuarto año, cuarto y quinto años fui con él.

Regresando al año 58, yo me recibí a principios porque comencé la tesis desde quinto año, misma que me la dirigió el maestro Mercado. En fin, ¡como es la vida! [Menciona entre suspiros] que para el tiempo en que yo me titulo el maestro Mercado se convierte en el Subsecretario de Ganadería y se lleva al Doctor Delnaira como su secretario particular. Entonces el Doctor Delnaira me dice: – ¿te quieres quedar como médico veterinario de la Plaza de Toros México? –Sí, como no, claro que sí– le conteste.

Entonces hablamos con el que en ese momento era el juez de plaza, el Licenciado Pellicer y me dice: –Si claro Javier, quédate como medio veterinario de la plaza–, eso fue el 10 de marzo de 1958 y hasta la fecha ejerzo esa labor.

Por otro lado, el Doctor Felipe Flores Romero nos daba fisiología y yo fui su ayudante de laboratorio en fisiología, cuando termine la carrera me dice: – ¿quieres dar clase?–. [Me mira con un brillo en los ojos y se detiene un momento a tomar aire]. 

 El 3 de marzo de 1958 empecé a ser profesor de esta facultad. Fíjese, se me juntaron todas las cosas; me recibí el 19 de febrero y cuatro semanas después era médico veterinario de la Plaza de toros y al mismo tiempo profesor de la entonces, Escuela de Medicina Veterinaria.


Karen: ¿Qué pasa en ese momento por su mente?

Dr. García: [con un suspiro y lágrimas en los ojos exclama] – ¡La locura!–  [conmovido por el recuerdo, con expresión de alegría, satisfacción y entusiasmo me mira] – Yo le rogaba a Dios todos los días, hacerme profesionista– [se toma unos segundo para sentir y hacerme sentir la emoción de sus recuerdos, suspira].  Nosotros teníamos muchas carencias, el hecho de que en aquella época, me transformara en médico veterinario o ser un profesionista, era abrirse las puertas... no del cielo, era abrirse las puertas del éxito, no nada más profesional sino económico, para mí era esencial convertirme en profesionista. Yo le rogaba a Dios todos los días y luchaba a brazo partido  por ser cada vez mejor, tengo tres diplomas de la universidad por altas calificaciones; de primero, de segundo y de tercer grado en tres años de la carrera. Yo me esforzaba realmente muchísimo, con los libros que me prestaban de aquí de la facultad. Yo me hice profesionista con toda la ilusión del mundo, de pronto salgo a la vida profesional y las puertas se abren de manera gigante, ¿por qué? porque siendo estudiante, un maestro me manda a hacerme cargo de quinientas y tantas vacas, siendo todavía pasante, prácticamente terminando la carrera, voy y ocupo un lugar como médico veterinario en una plaza de toros importantísima en este país, se me abren las puertas. [Aún con la emoción del recuerdo deja escapar una carcajada].

Tenía un amigo, también profesor de la facultad, el Doctor Muñoz del Pozo que tenía un consultorio y me dice: –Te quieres hacer cargo en la tarde y dar las consultas ahí–, le dije sí. Sabe, de la noche a la mañana empiezo a ganar dinero y a poder ayudar en mi casa. A partir de ahí eso es un parte aguas en mi familia. Esta carrera nos abrió la puerta, no nada más a mí, a toda mi familia; a mis hermanos y a mis padres, entonces las cosas cambiaron a partir de ese momento. Fue otra cosa, fue otro mundo.
 
Todo lo ocurrido en mi vida representa un cambio importantísimo, eso es lo que trato de transmitir a mis alumnos  como profesor de esta facultad, ustedes no saben, no se imaginan lo que como carrera da. Esta carrera les puede dar la oportunidad de ayudar, a parte de la humanidad, para tener un estatus diferente. Si la gente come mejor, la gente va hacer mejor, va tener posibilidades de crecer, no solamente en talla, sino en pensamiento.

Si tiene los satisfactores alimenticios cubiertos, es básico, tiene que ser así. Y les digo: –Atrás de la producción de huevo, de la producción de leche, de la producción de carne esta un médico veterinario y esos pueden ser ustedes–. Hasta les pongo ejemplos, haber ¿qué desayunaste hoy? huevitos con jamón, huevitos con chorizo, huevitos con tocino. Te comiste algún día unas albóndigas, te tomaste un vaso de leche, le pusiste mantequilla a tu pan, o le pusiste mucha crema a tus tacos... [La risa nos invade a los dos] Atrás de eso hay un veterinario, ¿por  qué? porque estamos en la producción animal y eso va a beneficiar a la gente que consume esos alimentos, si hay más producción, va a ser más barato y más gente lo consumirá, ¡la labor de un medico veterinario es importantísima para este país y para el mundo!

Eso es lo que hay que inculcarle a los chavos, eso es lo que a mí me ha abierto la puerta de la vida  porque me cambio la vida una vez que me convertí en médico veterinario, eso es lo que me ha permitido tener todo lo que tengo, haber formado a mis hijos, que todos mis hijos sean profesionistas, ninguno es médico veterinario pero todos son profesionistas y han ido a las mejores escuelas que es posible pagar, a la Ibero, al Tecnológico todo de esta profesión. La profesión ha sido enorme conmigo. [La alegría con la que menciona las etapas de su vida transmite la satisfacción de sus logros]

CONTINUARA... 

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